Estudiar con esclerosis múltiple

Justo cuando mi madre comenzaba su lucha contra el cáncer, yo comencé mis estudios universitarios. Yo sabía que no tendría mayores problemas para terminarlos porque conocía bien mis capacidades pero, debido a la situación familiar, siempre estuve de cuerpo presente y mente ausente.
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Escogí estudiar marina civil. Náutica, concretamente. Navegación marítima. Puente. Es una carrera que mezcla desde derecho y legislación, matemáticas, inglés, construcción naval, hasta cursos de seguridad contra incendios, formación sanitaria, pasando por maniobras en un simulador… No conocía a nadie con intención de estudiar lo mismo, así que me parecía una forma de diferenciarme de los demás, y en aquel momento la demanda de gente de mar era bastante elevada (no como ahora).

Quienes no me conocen suelen pensar que soy una empollona porque doy buenos resultados, pero a mí no me gusta estudiar. Intento aprovechar las clases, tomar buenos apuntes y resumir los conceptos de forma que se entiendan con oraciones simples, siempre dedicando el tiempo justo (ni un segundo más de lo necesario). Como estudiante, aplico la filosofía que reza «mínimo esfuerzo, máximo rendimiento«, pero no la recomiendo a todo el mundo.

Las cosas iban según lo previsto, pero cuando la esclerosis múltiple empezó a hacer de las suyas, todo se volvió más difícil.

El diagnóstico llegó terminado el segundo curso y días antes de comenzar el tercero. Meses después, mi madre falleció. Y otros tantos meses después, brote, hospital, corticoides y tratamiento. Aprendí la rutina de las inyecciones, me costaba entender lo que leía y escribir, pues había perdido movilidad en la mano. La vuelta al cole del cuarto curso fue espesa, a cámara lenta, como si estuviera debajo del agua. Si tuviera que repetir los cursos de seguridad realizados el año anterior, exigentes físicamente, no sería capaz.

Y si el cuarto curso lo empecé convaleciente, como no podía ser de otra manera, un nuevo brote me asaltó justo al final. Si ya es molesto preparar los exámenes en condiciones normales, no digamos después de sufrir una neuritis óptica.

El quinto y último curso fue rápido e indoloro académicamente hablando, pero las secuelas y la amenaza de nuevos brotes me perseguían día y noche. Cada vez me costaba más mantener la atención y los días con clases por la tarde se hacían eternos. No veía la hora de terminar.
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Hablé de la esclerosis múltiple con mis amigas más íntimas ya desde el principio, y cuando sufrí el brote antes de acabar el cuarto curso me vi obligada a informar al personal docente. De esta experiencia concluyo que es bueno que lo sepan tus compañeros más cercanos, porque más de una vez he necesitado su ayuda (y más viviendo fuera de casa); y que es mejor hablar y contarlo tranquilamente en uno de tus momentos «buenos», y no cuando estás débil, medicada y sin ganas de dar explicaciones ni de tratar con nadie (y más cuando sabes que muchos no te van a entender ni van a hacer nada por ayudarte).

Así he superado mis estudios, sorteando muchos obstáculos. ¿Cómo ha sido para vosotros estudiar con esclerosis múltiple?

Para otro día, las inmediatas consecuencias de mi esclerosis múltiple sobre esta profesión…

6 comentarios en “Estudiar con esclerosis múltiple

  1. Yasmina

    En quinto yo tuve que adaptar mis horarios y asistir sólo a las clases fundamentales. No podía perder tiempo con «anecdotas» de los profes, entretenidas sí, pero que no iban a caer en el examen. En alguna asignatura iba sólo una vez por semana para ver por donde iban del libro que seguían. El tiempo de clase los aprovechaba para hacer buenos apuntes a partir del libro. Así me cundía más.
    Para preparar las oposiciones, los días de confusión mental, sólo miraba esquemas y cosas muy básicas, palabras clave. Los días buenos lo daba todo.
    Mi diagnóstico coincidió también con el diagnóstico de cáncer de mi padre.
    También estoy de acuerdo contigo. Contarlo de una forma natural a los colegas es lo mejor. Siempre sabes que te pueden ayudar. En mi caso me llevaban la mochila, me dejaban en la biblioteca y ellos se iban a clase. Luego me comentaban lo que habían hecho para que fuera más o menos al mismo ritmo con los libros.

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    1. Lidia infoblogEM Autor

      Siento escuchar el diagnóstico de tu padre. Eso duele mucho.

      Por otro lado, me alegro de que te hayas adaptado bien y que supieras organizarte en tus estudios y dar prioridad a lo que tiene importancia.

      Gracias por tu comentario

      Responder
  2. Carol

    Hola, siento mucho lo de vuestros mapadres.
    Yo ya llevo casi 10 años «perdidos» sin estudiar 5 sin trabajar, antes he sido de estudiar y trabajar a la vez a lo largo del año, no me he sacado ningúna carrera, pero sí un grado y varios cursos presenciales y online, la verdad que cuando más he estudiado no sabía que tenía EM, pero sí que cada vez estaba más cansada y siempre me ha costado mucho estudiar, poca retentiva y mucha fátiga. Recuerdo que para que se me quedase algo tenia que copiar una y otra vez las lecciones, ahora con lo que me duelen las manos no podría.
    Leer un libro sirmpre se me hizo complicado, se me van los renglones, nubla la vista, olvida lo leído y hay que volver a releer eso cuando la cabeza no duele mucho, es como ver las pelis siempre parecen nuevas jijji peor es cuando pasa con conocidos, ¿quien eres?, ¿ya me lo habías vontado?, ahora por ejemplo cuando hablo por teléfono con quien sea, voy apuntando detalles que luego lo leo o saco cuando vuelvo a hablar con la persona, no quiero que piensen que «paso» de ell@s.
    Siempre fui muy «independiente» y de pedir poca ayuda, era más de ofrecer soluciones.
    Me pareces una maquina por haber estudiado y haber podidi sacar adelante tus estudios más en tiempos que has debido vivir tan complicados, no solo lo tuyo, tambien lo de tu madre. Eres una campeona.
    Un saludo.

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    1. Lidia infoblogEM Autor

      Hola Carol,

      Te felicito por ese grado y esos cursos que has conseguido. ¡Todo suma! Cada uno tiene su ritmo y sus dificultades, y la enfermedad influye en todos los aspectos de la vida.
      Mis años «perdidos» tienen lugar ahora. Sé que si me tocara la época de estudiar en estos momentos sería infinitamente más difícil, pues a estas alturas acumulo más síntomas y más secuelas de la EM. Tuve suerte en ese sentido.
      Gracias por esas bonitas palabras y por leer y comentar en mi blog 🙂

      Un abrazo fuerte.

      Responder
  3. Cristina

    Buenas tardes, me diagnosticaron EM a los 16 años en 1 de bachillerato y ya me rompió todos mis planes de futuro, ya que quería ir directa a la universidad. Esto no pudo ser, ya que la nota media no me llegaba para hacer lo que quería, por lo que decidí hacer un grado superior el cual acabé sin que la EM lo impidiera.
    Accedí a la universidad a cursar enfermería ya que durante mi estancia hospitalaria me di cuenta que quería hacer con las personas lo mismo que hacían conmigo, cuidar.
    A día de hoy, me encuentro en 4 de enfermería a puntito de acabar, y parece que la EM quiere que acabemos juntos con brote sensitivo y motor de las manos, lo cual me ha impedido que abandone durante un mes las prácticas, pero esta batalla la voy a ganar yo y en junio podré tener el título en mis manos EMocionada.

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    1. Lidia infoblogEM Autor

      ¡Hola Cristina!

      Qué jovencita te diagnosticaron, menudo susto que te habrás llevado. Por otro lado, qué bonito que hayas encontrado lo que de verdad te gusta hacer y que estés a puntito de terminar. Seguro que el hecho de ser paciente de esclerosis múltiple te hará ser mejor profesional, pues entenderás mejor a los otros pacientes.

      Muchas gracias por compartir tu historia y espero que te recuperes pronto,

      Un abrazo,

      Lidia

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