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La esclerosis múltiple en The West Wing

¿Habéis visto la serie The West Wing? Puede que la conozcáis como El Ala Oeste de la Casa Blanca. Este drama político creado por Aaron Sorkin y emitido por NBC de 1999 a 2006 transcurre en la susodicha ala oeste de la Casa Blanca con el objetivo de seguir el día a día del equipo del presidente de los Estados Unidos de América. Es un claro ejercicio de patriotismo protagonizado por un gobierno ficticio que para muchos sería el ideal, pero también es una serie innovadora en su género y sin ella probablemente no disfrutaríamos de otras series de carácter político en la actualidad.

Al leer la sinopsis, me despertó la curiosidad el hecho de que el presidente en la ficción tuviera esclerosis múltiple. Me intrigaba ver cómo enfocaban este asunto en una producción para la pequeña pantalla cuyo último capítulo se emitió hace ya más de diez años. Para haceros una idea general os recomiendo el resumen de EMpositivo.org. The West Wing es una serie larga, de siete temporadas con 22 episodios cada una y lógicamente la EM no está presente a todas horas, pero me gustaría analizar su papel y comentar mis impresiones desde mi punto de vista esclerótico.

Los guionistas querían que el presidente ficticio padeciera una enfermedad crónica, que no fuera transmisible o contagiosa (como el SIDA), que no supusiera un rápido deterioro cognitivo y emocional grave (como la enfermedad de Alzheimer), ni físico (como la esclerosis lateral amiotrófica) y que tampoco fuera terminal (como pueden serlo muchos tipos de cáncer). Y finalmente se decantaron por la esclerosis múltiple.

Josiah «Jed» Bartlet, descendiente de políticos, natural de New Hampshire, acusado por muchos de ser un elitista y un esnob, se presentó como candidato por el Partido Demócrata a las Elecciones Presidenciales. Fue diagnosticado con esclerosis múltiple remitente recurrente después de experimentar episodios de déficit neurológico ocho años atrás. Finalmente fue elegido presidente sin dar a conocer su enfermedad a su equipo ni al electorado.

La persona que lleva en secreto la enfermedad junto con Jed es su mujer y primera dama Abbey, que además es doctora. Ella misma es quien toma la decisión de comenzar el tratamiento con Betaferon, que por aquel entonces era el único tratamiento aprobado por la FDA para la EM. También lo saben el mejor amigo de Jed y jefe de gabinete Leo McGarry, y el vicepresidente John Hoynes, pues en caso de incapacidad grave del presidente, él asumiría las responsabilidades del cargo.

A raíz de un comentario enigmático por parte de Hoynes, el director de comunicaciones Toby Ziegler sospecha que algo no va bien. El presidente se sincera con él y posteriormente lo notifica al resto del equipo. Como todos los pacientes a la hora de comunicar el diagnóstico, Jed está en una posición de vulnerabilidad, expuesto a que los demás lo juzguen. Las reacciones de sus compañeros varían entre el shock, el miedo, la decepción, traición, confusión, preocupación por el futuro… Cada persona necesita su tiempo para asimilarlo.

Y si ya es difícil para Jed decirlo a su equipo, la EM se convierte en la madre de todas las noticias cuando voluntariamente decide contarlo al pueblo estadounidense. Bartlet no es el primer presidente que ha ocultado sus problemas de salud, ni mucho menos. No ha incumplido ninguna ley, pero se expone a una sanción del Congreso. Para su equipo es importante conocer la percepción de la gente, si creen que el presidente está en condiciones de ejercer su trabajo y especialmente, si continúan confiando en él después de no haber dicho toda la verdad acerca de su salud.

Tras realizar algunas encuestas concluyen que la sociedad desconoce en qué consiste la EM, no sabe qué tipo de enfermedad es, piensan que es mortal… Algunos consejeros recomendaban a Jed que no lo dijera públicamente porque la enfermedad no se comprende: «quienes dicen mentiras tales como que la EM es mortal deberían pedir disculpas a los familiares de esos pacientes». A pesar de todo, aprovechan esta oportunidad para educar a la ciudadanía.

En un primer momento, el hecho de haber ocultado la EM resulta molesto para el círculo más cercano. Creen que de haberlo sabido podrían haber ayudado mejor al presidente y podrían haber tenido mayor control sobre la situación al comunicarlo al público. Por otro lado, Abbey no esperaba que su marido se presentara a la reelección; quisiera que Jed lo hubiera consultado con ella porque está preocupada por su futuro: «yo soy médico y ni siquiera sé cómo va a evolucionar la enfermedad».

Bien avanzada la serie, durante un viaje en pleno compromiso diplomático, Jed sufre un brote que comienza con parálisis en las manos que se extiende a las piernas. Ha perdido sensibilidad, le resulta imposible comer por sí mismo, no puede mantenerse en pie pero en ningún momento se plantea volver a casa. Como necesita desplazarse en silla de ruedas y en el aeropuerto no está disponible una plataforma para desembarcar del avión, su asistente personal lo lleva en volandas para bajar la escalerilla. Sufre una caída en el baño al intentar mantenerse de pie y expresa la rabia al darse cuenta de que le está costando hacer su trabajo más de lo que esperaba. Las caídas, las barreras arquitectónicas y sobre todo, la lucha interna que libra un paciente a diario consigo mismo son ejemplos de los daños colaterales y los retos que supone la EM.

Jed, Abbey y el equipo deciden hacer todas las adaptaciones posibles para mantener a raya la fatiga en el trabajo. Ante la preocupación por los síntomas cognitivos y para ejercitar su cerebro, también juega al ajedrez con Leo una hora a la semana. Las recomendaciones de su médico pasan por siestas, reuniones cortas, hacer por teléfono todo lo que se pueda, reducir los viajes, dejar de fumar, utilizar el bastón, controlar la temperatura ambiente para evitar el exceso de calor… Así tiene que modificar y ajustar su vida una persona con EM, o como él mismo dice: «ahora programamos los discursos en función del tiempo que puedo estar de pie».

A lo largo y ancho de Internet se ha criticado al actor que interpreta a Jed Bartlet en The West Wing, Martin Sheen, porque no aparenta estar «visiblemente» enfermo. Parece que Internet desconocía los síntomas invisibles de la EM, y en cuanto a los visibles, los propios pacientes tampoco sabríamos imitarnos a nosotros mismos. El personaje hace como que sufre menos de lo que en verdad es, intenta aparentar que la cosa no es para tanto, algo que todos hacemos habitualmente. Expresiones suyas como «envejecer antes de tiempo» y «los días buenos son cada vez menos buenos» son totalmente certeras.

La mayoría de las personas con EM sigue sufriendo aún hoy en día el mismo dilema que Jed Bartlet: decir en tu trabajo que tienes una enfermedad crónica. A pesar de todo lo que se sabe ahora sobre la EM en comparación con lo que se sabía entonces, el desconocimiento y la ignorancia de la sociedad hacen que los pacientes sigan teniendo miedo a las posibles consecuencias. Para mí, está claro que cuando las personas a tu alrededor conocen tu situación, en concreto las que se preocupan genuinamente, te proporcionarán mejor ayuda. Si no saben lo que te pasa, no hay nada que hacer. Por eso los propios pacientes tenemos que educarnos a nosotros mismos y a la sociedad en general.

Os agradezco que llegarais al final de esta entrada y recomiendo The West Wing a los seriéfilos, pues como dicen en The Guardian, es una serie que se entiende mejor en el contexto político actual que cuando se emitió originalmente. Y también la recomiendo a las personas con EM y a sus amigos y familiares. Se sentirán identificados con muchas palabras que se dicen, discusiones, situaciones de tensión y de incertidumbre. Por esto mismo, además de como entretenimiento, puede servir perfectamente como una herramienta más para contribuir a esa educación.

Para mí fue lo que despertó mi interés, pero ojalá que cuando veamos de nuevo The West Wing dentro de otros diez años no tengamos que reparar en el papel de la esclerosis múltiple y estemos más cerca de olvidarnos de ella.

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Un año con mi querido Tysabri

Ya ha pasado un año desde que dejé el Betaferon y comencé mi andadura con Tysabri. El cambio se debió a un empeoramiento general a causa de la alta actividad de mi esclerosis múltiple, lo que no es buena noticia, pero después de estos meses, estoy contenta y veo que funciona. Mi neurólogo dice que es su tratamiento favorito y que los pacientes con Tysabri están en general muy contentos.

El día a día también ha cambiado con respecto a mi tratamiento anterior. Con el Betaferon, la responsabilidad dependía de mí exclusivamente. Es una medicación muy de andar por casa. Yo estaba pendiente de ponerlo, de recogerlo en la farmacia del hospital, de anotar la zona en que me tocaba pincharme, de recargar la batería del autoinyector betaconnect, de echar crema para hidratar la piel… Alguna vez me he despertado sobresaltada por la noche pensando que había olvidado ponerme la inyección, pero en cinco años y unas 900 inyecciones de Betaferon, no he fallado ni una vez.

Como ahora tengo menos cosas que hacer y el Tysabri me da menos trabajo, parece que no controlo todo lo que está ocurriendo. Una sensación especialmente notable al principio.

tysabri

Con el Tysabri, la responsabilidad recae más en los profesionales sanitarios. Voy al hospital de día y allí lo hacen todo perfectamente y cuidan de ti. Yo me limito a obedecer y a preguntar las dudas desde mi ignorancia. Con el Betaferon no pasaba nada si te olvidabas una dosis, pero el Tysabri no se me puede olvidar. Si no puedes acudir a la cita, tienes que avisar con la mayor antelación posible y como muy tarde, el mismo día antes de las ocho de la mañana. El Tysabri lo preparan el la farmacia del hospital sólo para ti, y si no avisas se pierde tiempo y dinero. Como pacientes, tenemos que ser responsables y no malgastar los recursos.

Lo mejor es no estar pensando si se me olvida poner la inyección o si me he equivocado de día, porque hace que no esté recordando la esclerosis múltiple tan a menudo. Hoy miro el calendario para ver qué día es y qué día me toca la dosis de Tysabri, sin pensar después «hoy me pincho», «hoy no me pincho», «este mes me toca los días pares», etc.

Los dos medicamentos me producen cansancio pero está repartido de distinta manera. Con el Betaferon, la fatiga estaba ahí casi de forma permanente y se sumaba a la que me producía el paracetamol que tomaba para evitar los síntomas pseudogripales. Ahora la fatiga se concentra en los días inmediatamente anteriores y posteriores a la infusión de Tysabri. Los últimos días antes de la dosis tengo las baterías vacías, y los siguientes, suelen aparecer dolores de cabeza y una sensación de sueño y cansancio. Pero a pesar de tener que «dormir la mona» el resto del tiempo se vive con mucha más comodidad.

Al cambiar la forma de administración me he dado cuenta de que lo molestas y dolorosas que me resultaban en realidad las inyecciones subcutáneas. Te las pones porque hay que cumplir con el tratamiento y no reparas en ello, pero cuando ya no te pinchas la piel descansa, se alivia y se recupera.

Y como guinda del pastel, los análisis del virus JC hasta la fecha han salido negativos.

Con mi querido Tysabri, en estos meses he ganado mucho en calidad de vida y mi esclerosis múltiple se ha estabilizado.

 

Una nueva entrevista sobre mi esclerosis múltiple

Os traigo las respuestas a una nueva entrevista. En este caso las preguntas me las ha hecho Pol, un estudiante que ha escogido la esclerosis múltiple como tema para un trabajo porque le toca de cerca, pues la sufren un familiar próximo y una amiga de su familia.

Aunque algunas cosas de mí ya las conocéis, me gusta compartir esta entrevista porque difiere bastante de la anterior, por lo menos esa fue mi sensación al escribir y leer las respuestas. Espero que os guste y que de paso me conozcáis un poco más.

 

1. ¿Qué edad tienes actualmente?

Tengo 27 años.

2. ¿A qué edad se manifestaron los primeros síntomas?

A los 20, en el año 2010.

3. ¿Cuáles fueron estos síntomas? ¿Qué hiciste?

El primer síntoma fue un dolor en la parte de atrás del ojo derecho durante un par de días, al que se le sumó visión borrosa. Acudí al médico de cabecera, quien me derivó inmediatamente al oftalmólogo. Me dijo que tenía una inflamación del nervio óptico (neuritis óptica) y que teníamos que encontrar el motivo.

4. ¿Qué pruebas te hicieron para diagnosticar la enfermedad?

Me hicieron una resonancia magnética, analíticas para descartar otras enfermedades y potenciales evocados visuales, auditivos y sensoriales.

5. ¿Cuánto tiempo tardaron en realizarte el primer diagnóstico?

Desde la primera visita al médico de cabecera hasta el diagnóstico en la consulta de neurología, pasaron dos meses. En mi opinión, la rapidez de actuación del oftalmólogo fue clave, parecía que ya había visto antes casos como el mío y supo cómo proceder sin perder tiempo. Tuve mucha suerte, pues muchos pacientes pasan meses o incluso años de un especialista a otro sin saber lo que les pasa y sin tener una respuesta clara.

6. Antes de manifestarse la enfermedad, ¿conocías su existencia?

No, sólo la conocía de oídas, como cualquier otra enfermedad, pero no tenía la menor idea de en qué consistía.

7. Antes del diagnóstico de la enfermedad, ¿sabías que existían distintos tipos de esclerosis?

No, pensaba que había sólo una variante.

8. ¿Qué esclerosis sufres?

Tengo esclerosis múltiple remitente-recurrente, la que cursa en forma de brotes o episodios agudos de la enfermedad seguidos de periodos de remisión, con recuperación total o parcial. Recupero bastante bien de los brotes, pero noto que las secuelas se van acumulando.

9. ¿Recibiste una buena información sobre la enfermedad, sobre su desarrollo y cómo te afectaría en tu vida cotidiana?

La información que recibí se centraba en los brotes, en cómo podían presentarse para que pudiera identificarlos y acudir a urgencias sin demora. Me explicaron un poco en qué consistía la enfermedad, que el sistema inmune ataca la mielina de las neuronas porque no la reconoce como propia, etc. Pero en lo que se refiere al día a día, no recibí ninguna información específica, más allá de que los brotes pueden dejar secuelas.

10. ¿Qué cambios físicos has sufrido desde que te diagnosticaron la enfermedad?

Tengo rigidez muscular en las piernas (espasticidad) y en mi forma de caminar se nota que arrastro un poquito la pierna izquierda. Tengo problemas tanto de incontinencia como para empezar a orinar, así como de urgencia. Son habituales los dolores de cabeza, me molesta mucho la luz en los ojos (fotosensibilidad) y tengo escotoma en el ojo izquierdo. Mi condición física en general es peor, he perdido masa muscular, tengo atrofia en algunos músculos. Me mareo con facilidad y he perdido fuerza y precisión en los movimientos, en algunos aparece el temblor. Algunas veces hablo despacio arrastrando las palabras, cosa que ocurre si estoy muy cansada o nerviosa. El calor me afecta alterando las secuelas y me deja por los suelos, pero también los cambios de temperatura y pasar de frío a calor y viceversa, es como si tuviera estropeado el termostato. Y por supuesto, la fatiga y el cansancio desmesurado hacen que todo me cueste más y tenga que tomar descansos regularmente y pedir ayuda.

11. ¿Te realizas controles? ¿Cada cuánto? ¿A qué pruebas te someten?

Si todo permanece estable, cada cuatro meses paso revisión en la consulta de neurología y una vez al año me hacen una resonancia magnética. Hago analíticas cada seis meses, aunque si tengo un brote, estas fechas y pruebas cambian y se multiplican. También paso revisión en oftalmología una vez al año.

12. ¿Qué tipo de medicación tomas? ¿Has participado en algún estudio clínico?

No he participado nunca en un estudio clínico, y tampoco se me ha presentado la oportunidad ni yo he preguntado por ello. En la actualidad, mi tratamiento para la esclerosis múltiple es natalizumab (Tysabri), que se administra por vía intravenosa en el hospital de día una vez cada cuatro semanas. El tratamiento anterior era interferón beta 1-b (Betaferon), una inyección subcutánea cada 48 horas que yo preparaba y administraba en casa con un autoinyector. Fue necesario pasar del primer escalón de tratamientos a la segunda línea porque a pesar de estar con medicación sufrí dos brotes incapacitantes serios en un año, prueba de que la esclerosis múltiple estaba muy activa y de que a veces los tratamientos no dan para más y tenemos que recurrir a uno más fuerte.

13. ¿Realizas algún tipo de rehabilitación para intentar mejorar tu vida? ¿Son ejercicios que haces tú sola o asistes a algún centro de rehabilitación?

Sí. Voy a fisioterapia de grupo en un centro de mi localidad una vez a la semana y ocasionalmente hago fisioterapia individual allí también. Los ejercicios que aprendo también los hago en casa algunas veces. Me ayudan mucho a mejorar el equilibrio y la flexibilidad, y los masajes me ayudan con la espasticidad y la rigidez muscular. Está claro que la actividad física adaptada a las posibilidades de cada uno es un tratamiento más para la emfermedad y mejora la calidad de vida.

14. ¿Cómo afecta la enfermedad en aspectos como el trabajo, el desplazamiento o la movilidad?

En cuanto al trabajo, en general creo que muchos puestos pueden adaptarse y se puede ser igualmente productivo. En mi caso particular, yo no puedo ejercer la profesión para la que estudié, marino mercante, por razones de seguridad y salud, así que tengo que reinventarme y buscar otra actividad con menos riesgos físicos y emociones fuertes. En lo que se refiere a la movilidad, yo me he llegado a ver en muletas porque mis piernas no me aguantaban en pie, y eso repercute en todos los movimientos: en la ducha, las escaleras, cruzar la calle, en las actividades domésticas, etc. Te das cuenta de la importancia de las ayudas técnicas y de la cantidad de barreras arquitectónicas que existen. Como también tengo secuelas por alteraciones urinarias, ahora cada vez que voy a cualquier sitio lo primero que hago es localizar un baño, o si viajo en coche, busco áreas de descanso o gasolineras por si acaso tuviera que parar…

15. ¿Cuál es tu actitud frente a la enfermedad?

Mi actitud ante la esclerosis múltiple (y ante la vida en general) viene condicionada por el fallecimiento de mi madre, una experiencia que altera la percepción de mí misma y del mundo y consiste en seguir adelante con la vida siendo realista. Sabiendo que puedes tener brotes o que constantemente cambias de planes por la esclerosis múltiple, pero siendo consciente en todo momento de lo que pasa, sin venirse abajo, sin sentirse culpable y sin perder el control. Sabiendo que hay un tiempo para cada cosa; momentos bajos y otros más alegres. Sabiendo también que donde se cierra una puerta se abre una ventana e incluyendo las adaptaciones necesarias para hacer la vida más cómoda y más fácil. Tener una actitud responsable como paciente, cumpliendo con el tratamiento y los consejos de los profesionales y llevando una vida saludable. Conocerse y cuidarse a uno mismo lo mejor posible y cuidar de los que te cuidan.

16. ¿Perteneces a algún tipo de asociación de ayuda física y/o psicológica?

Soy socia de AADEM, la Asociación Asturiana de Esclerosis Múltiple. A mí me pilla un poco lejos de casa y no puedo asistir a la mayoría de actividades, pero me ha hecho darme cuenta de lo importante que es hablar y compartir tiempo y experiencias con otros pacientes, así como concienciar y sensibilizar al resto de la sociedad sobre problemas como la esclerosis múltiple.

17. ¿Cuál fue la reacción de tus familiares frente al diagnóstico de la enfermedad?

EL diagnóstico de mi esclerosis múltiple pasó desapercibido precisamente por la enfermedad y muerte de mi madre. Se hizo más notorio después, cuando empecé con la medicación y cuando algunos síntomas empezaron a ser visibles. Algunos se quedaron con la boca abierta sin saber qué hacer (a saber qué ideas preconcebidas tenían sobre la esclerosis múltiple). Otros representan fielmente el efecto tortuga: se meten en su caparazón durante los momentos difíciles y sólo aparecen cuando la situación está en calma. Otros se sientan contigo y te preguntan porque honestamente desconocen la enfermedad y quieren saber más (lo que se agradece). Otros te ayudan desinteresadamente y sin pedir explicaciones. Otros se ofrecen para ayudar en lo que haga falta pero realmente cuando más ayuda necesito es en el día a día y no están ahí… Te encuentras tantas reacciones como personas, y lo importante es contar tu historia y a partir de ahí, el que quiera aportar algo será bienvenido y el que no, que tenga presente que tarde o temprano va a necesitar ayuda de los demás por cualquier razón y no quisiera que le dieran la espalda.

Vacunas y esclerosis múltiple

Del 24 al 30 de abril de 2017 se celebra la Semana Mundial de la Vacunación, organizada por la Organización Mundial de la Salud. Dentro de este marco, tienen lugar las VI Jornadas de Actualización en Vacunas del Principado de Asturias, organizadas por la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene y por primera vez se ha abierto la entrada a los pacientes, no sólo a los profesionales.

La primera de las charlas ha girado en torno a la esclerosis múltiple, y en ella han intervenido la Dra. Mª Carmen Martínez Ortega, Jefe de Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública del Hospital Universitario Central de Asturias; los neurólogos Pedro Oliva y Javier Villafani, de la consulta de enfermedades desmielinizantes y la Dra. María Fernández-Prada, de la Unidad de Vacunas del Servicio de Medicina Preventiva del HUCA.

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Resumo brevemente las puntos más importantes que se han tratado:

Es necesario recordar que las vacunas son seguras, son un derecho básico de la población, pueden controlar e incluso eliminar la incidencia de enfermedades, salvan vidas y son una medida coste-efectiva, lo que quiere decir que invertir en prevención siempre es rentable.

La inmunización es una medida preventiva primaria, como lo es la higiene alimentaria o el saneamiento del agua. Estamos concienciados de la importancia de la vacunación infantil y no dudamos que los niños se tienen que vacunar, pero no somos conscientes de la importancia de la vacunación en adultos, especialmente en las personas que tienen ya una enfermedad y tienen que evitar adquirir otras enfermedades en la medida de lo posible. En muchas ocasiones, los profesionales sanitarios no lo comunican de forma adecuada, a pesar de que ellos mismos se vacunan.

Existen dos tipos de vacunas: las vivas atenuadas (como sarampión, varicela o fiebre amarilla) y las muertas inactivadas (hepatitis, gripe o neumococo). Como bien explicó la doctora María Fernández-Prada, las primeras son como una persona ebria, que está entera pero incapaz de dar pie con bola, y las segundas son como si una persona no tuviera cabeza, quen no está entera y tampoco puede hacernos nada.

La vacunación forma parte del abordaje multidisciplinar de la esclerosis múltiple. Al ser una enfermedad crónica tenemos que evitar otras infecciones que puedan desencadenar brotes o pseudobrotes que alteren nuestros síntomas y empeoren nuestro estado general. Es importante que las personas que conviven con un paciente también se vacunen para evitar que las enfermedades entren en casa.

Se sabe que para que una persona desarrolle esclerosis múltiple deben concurrir varios factores al mismo tiempo: factores ambientales, susceptibilidad genética y fallos en la inmunidad. En la EM hay fallos en la regulación de la respuesta inmune de defensa de las células que deben terminar con los gérmenes, virus, etc. Algunas de estas células (como los linfocitos B y T) atraviesan la barrera hematoencefálica y al reconocer la mielina como un agente infeccioso la atacan y se produce inflamación. Los tratamientos para la EM intentan restablecer el equilibrio entre inflamación y anti-inflamación en el organismo. Recordad que en el cerebro no hay defensas, por eso pueden desarrollarse infecciones como la leucoencefalopatía multifocal progresiva (LMP) provocada por el virus JC.

Dependiendo de la diana terapéutica, los tratamientos actúan sobre distintas moléculas y pueden ser inmunomoduladores, para cambiar o inhibir la respuesta inmune y que los linfocitos alterados no atraviesen la barrera hematoencefálica; o inmunosupresores, para reducir el total de estas células en el torrente sanguíneo y que el menor número posible de ellas cruce dicha barrera entrando en el sistema nervioso central.

Como ha explicado el doctor Villafani, antes de comenzar algunos tratamientos, es necesario revisar el perfil de vacunación del paciente. Por ejemplo, para los tratamientos inmunomoduladores como los interferones (Betaferon, Avonex y Rebif), acetato de glatirámero (Copaxone), dimetilfumarato (Tecfidera) y teriflunomida (Aubagio), no es necesario revisar las vacunas del paciente.

Por el contrario, para los tratamientos de segunda línea como fingolimod (Gilenya), natalizumab (Tysabri) y alemtuzumab (Lemtrada), sí es necesario. En pocas palabras, el natalizumab no es ni modulador ni supresor, el fingolimod reduce el número de linfocitos en sangre y el alemtuzumab «resetea» el sistema inmune, por tanto conviene que revisar el perfil de vacunación. Si no has pasado la varicela o no estás vacunado, no se puede administrar Tysabri ni Gilenya. Se sabe que los próximos fármacos que se aprobarán para esclerosis múltiple también requerirán contemplar el perfil de vacunación.

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Las vacunas vivas atenuadas (como la fiebre amarilla) están contraindicadas en pacientes con esclerosis múltiple en tratamiento. Sin embargo, las vacunas muertas inactivadas (como la gripe) sí están indicadas. Muchas personas temen que la vacuna no les proteja totalmente y es cierto que las cepas cambian y que con la edad también disminuye la efectividad, pero como todo medicamento, nada es efectivo al 100% y de lo que sí tenemos certeza es de que si no hay vacuna, la efectividad es cero.

Lo ideal sería aprovechar el momento del diagnóstico de EM para revisar el perfil de vacunación y poner las vacunas necesarias mientras que el paciente esté sin tratamiento, pues así se pueden administrar las vacunas vivas atenuadas. Si el paciente ya está recibiendo tratamiento, se suelen aprovechar los cambios de medicación para ver si es necesaria alguna vacuna y se suele esperar unos tres meses antes de comenzar con el nuevo medicamento. En palabras del doctor Oliva, sólo se tendría en consideración suspender un tratamiento para poner una vacuna si el riesgo por no estar vacunado es mayor que el riesgo de evolución de la EM. Éste podría ser el caso de la vacuna de la fiebre amarilla en personas que viajan o cambian de residencia a países en zonas de riesgo. Para más información, se recomienda consultar el calendario de vacunaciones del adulto y vacunas en situaciones especiales.

En definitiva, la vacunación en esclerosis múltiple tiene más beneficios que riesgos y al igual que la seguridad vial y el bienestar emocional, forma parte de un estilo de vida saludable.

He aprendido mucho en esta jornada tan interesante, pues el tema de la vacunación suele tratarse de forma superficial. En las noticias se habla de ello durante la campaña de vacunación de la gripe o cuando desgraciadamente alguna persona fallece por una enfermedad que hubiera podido evitar de haber estado vacunada. Sobre la esclerosis múltiple los pacientes podemos conocer más o menos cosas, dependiendo de los daños, del tiempo y del interés que tengamos. Nuestra tarea es educarnos a nosotros mismos como pacientes que somos pero también como adultos y ciudadanos responsables.

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#VaccinesWork

Entrevista para un trabajo de fin de curso

Aquí os dejo las preguntas de una entrevista que me ha hecho Monserrat, una chica de bachillerato que prepara su proyecto de fin de curso. Ella ya ha decidido que en el futuro le gustaría estudiar medicina, y su trabajo de investigación tiene como tema central la esclerosis múltiple. Me ha hecho ilusión encontrarme con alguien tan joven que se interesa por esta enfermedad y que tiene claro su futuro. Aunque ya me conocéis, comparto la entrevista como un resumen rápido de mi historia.

¿Qué síntomas te llevaron a considerar una evaluación médica? Quiero decir, antes de conocer el diagnóstico de esclerosis mútliple.

En el verano de 2010 empecé a notar un dolor muy incómodo en el ojo derecho cada vez que lo movía, y unos días después empecé a ver borroso. Por estas molestias fui al médico de cabecera, quien me envió directamente al oftalmólogo. Tardé una semana en verlo por razones académicas, pero ya me dijo que tenía inflamado el nervio óptico y que teníamos que averiguar la causa. No me dio medicación alguna, pero me hizo un seguimiento durante mes y medio y después de varias pruebas me pasó a neurología. Pocos días después, ya tenía el diagnóstico de esclerosis múltiple en forma de síndrome clínico aislado.

¿Qué pruebas te realizaron para darte el diagnóstico des esclerosis múltiple?

Las pruebas que me realizaron fueron varias analíticas para descartar problemas de tiroides, celiaquía, lupus y otras enfermedades. También una resonancia magnética y potenciales evocados visuales, auditivos y sensoriales. Las neuritis pueden ocurrir por causas como deficiencias de vitaminas o agotamiento físico, pero una mujer, de veinte años y con neuritis óptica, suele ser un patrón muy común de inicio o manifestación inicial de la esclerosis múltiple.

¿Cómo fue el impacto emocional después de saber que tienes esclerosis múltiple?

En mi caso, el momento del diagnóstico no tuvo impacto emocional. Por aquel entonces, mi madre llevaba dos años enferma de mieloma múltiple, un cáncer de médula ósea agresivo y difícil de tratar. Ella estaba conmigo en la consulta de neurología cuando recibí el diagnóstico de esclerosis múltiple. Al neurólogo le llamó la atención que mi reacción fuera la de seguir escuchándolo sin interrumpirlo, ni asustarme o llorar. Pero él desconocía la situación: para mí, la persona enferma era mi madre y no yo. Cuando sufrí el segundo brote sí empecé a darme cuenta de que el problema era serio, pues fue la primera vez que ingresaba en el hospital, comencé mi primer tratamiento y me dejó secuelas que aún arrastro hoy en día.

¿Cómo fueron tus primeros años con esclerosis múltiple?

El primer año después del diagnóstico pasó sin enterarme de que la esclerosis múltiple estaba ahí, porque por desgracia, mi madre falleció, y todos los sentimientos giraban en torno a ella. Con el segundo brote, cuyo síntoma principal fue el vértigo, tardé en recuperarme y tuve que aprender a vivir con las secuelas. Yo estaba estudiando en la universidad, y poco a poco fui notando las limitaciones que me imponía la fatiga (por la enfermedad y por la medicación) y tuve que reorganizar los horarios de descanso y estudio. Esos primeros años pasaron rápido, pero no fueron fáciles. Mantener la rutina de las clases resultó ser una gran ayuda, una estructura que permanecía estable en medio de tantos cambios. Por suerte y a pesar de una nueva neuritis, pude finalizar mis estudios. Echando la vista atrás, veo que fui aprendiendo muchas cosas de mi propio cuerpo y de mi esclerosis múltiple casi sin ser consciente de ello.

He leído que ahora estás bajo tratamiento, ¿de qué trata éste?

Empecé mi primer tratamiento en julio de 2011 cuando mi segundo brote confirmó el diagnóstico de esclerosis múltiple remitente-recurrente. Se llamaba Betaferon (interferón beta 1-b) y consistía en una inyección subcutánea cada 48 horas. Los efectos secundarios que solía producir eran síntomas pseudogripales que se podían prevenir o atenuar tomando paracetamol y poniendo la inyección a última hora del día. También tenía molestias en la piel como irritación, ronchones, rojeces, hematomas o bultos, que se pueden calmar aplicando frío y manteniendo la piel hidratada. A pesar de estar tres años sin brotes con esta medicación, la enfermedad volvió a la carga muy activa con dos brotes en un año que me afectaron las piernas seriamente. Por ello, en agosto de 2016 me cambiaron a un tratamiento más fuerte. Se llama Tysabri (natalizumab) y se administra por vía intravenosa en el hospital de día cada cuatro semanas. Produce dolores de cabeza y bastante cansancio la semana que me toca ponerlo. Deben hacerse analíticas cada seis meses para controlar el llamado virus JC, por el riesgo a desarrollar una infección muy severa llamada LMP (leucoencefalopatía multifocal progresiva). Lo ideal hubiera sido continuar con el Betaferon muchos años más y no tener que recurrir a una medicación más fuerte, pero lo que me gusta de Tysabri es que no tienes que estar acordándote de poner la inyección, o si se te ha olvidado. Te libera de estar siendo consciente de tu enfermedad continuamente.

¿Llevas alguna especie de dieta? ¿De qué se trata?

No sigo ni he probado ninguna dieta en particular. Me aseguro de repartir las comidas durante el día, cada tres o cuatro horas, y sin ingerir demasiada cantidad. Según vas creciendo, ves qué cosas te sientan mejor o peor, y lo más adecuado es escuchar a tu propio cuerpo. Por otro lado, para mí no tiene sentido eliminar por cuenta propia productos o nutrientes de la dieta si no tienes problemas de alergia o intolerancias. Los consejos de mi neurólogo y mi enfermera se basan en comer variado, tomar suficiente agua, fruta y verdura y evitar los excesos, es decir, seguir las recomendaciones habituales de alimentación sana y equilibrada para la población adulta.

Actualmente, ¿cómo es tu vida como paciente de esclerosis múltiple?

La esclerosis múltiple, como cualquier enfermedad, cambia tu forma de entender la vida. Cambia tus prioridades y hace de filtro para saber quiénes están a tu lado y quiénes no. Aunque me falta mi madre, tengo a mi novio y a mi padre que ayudan y me apoyan. Mi vida profesional dista mucho de lo que a mí me hubiera gustado, pues estudié marina civil para ser piloto de marina mercante y algún día ser capitán, y la enfermedad me impide ejercer la profesión. En general, y a pesar del problema que supone tener una enfermedad crónica como la esclerosis múltiple, mi vida ha cambiado para bien. Ahora hago más ejercicio del que hacía antes, leo más, escribo un blog a través del cual he conocido a mucha gente con el mismo problema que yo…  Me doy cuenta de lo importante que es cuidarse, cumplir el tratamiento, descansar bien, y aprender a gestionar los síntomas y las secuelas, como los problemas de visión, mareos, problemas de equilibrio, espasticidad y rigidez muscular, control de la orina, fatiga, etc. Hay que vivir el día a día, no encerrarse en uno mismo y tener la mente tranquila.